Hola, querido hiver.

Es difícil estar más orgullosa de lo que me siento hoy. El 13 de enero de 2022 di mi última calada a un cigarro. Me parece increíble haberlo conseguido, pues hace unos años hice otro intento que terminó en recaída. Sin embargo, esta vez sé que es definitiva. Soy muy diferente a como era entonces y en esta ocasión ya he superado pruebas duras sin acordarme del tabaco.

Certificado otorgado por la app Smoke Free

Mis inicios como fumadora

Mi historia con el tabaco empezó como la de la mayoría de los fumadores: lo probé siendo una adolescente por aquello de aparentar ser mayor. Los primeros cigarros me daban mareo y tos. El sabor era un asco. Pero poco a poco la nicotina se agarró a mis neuronas como un parásito reclamando su dosis.

Mientras era estudiante no podía gastar mucho dinero. Gracias a eso no he sido nunca una gran fumadora. Solo en temporadas de alto estrés alcanzaba el paquete completo de cigarrillos por día. Pero tendré buena cantidad de alquitrán en los pulmones por la acumulación de años: casi 30. Guau. Me da vértigo pensarlo así, pero es lo que es, sin paños calientes. 30 vueltas al sol enganchada a un vicio con el que malgastaba mi salud y dinero.

Para quien nunca haya fumado sé que es difícil de entender cómo se puede llegar a depender de esta sustancia tan nociva. Por fortuna los jóvenes de ahora cuentan con menos oportunidades de caer como hice yo, pero en aquella época (hablamos de primeros de los años 90) se fumaba hasta en los hospitales. Cualquier tertulia en la televisión se veía entre la espesa niebla del humo de los que interviniesen. Los personajes fumaban en las películas, series, obras de teatro… era un símbolo de empoderamiento, de estatus, incluso de atractivo sexual. ¡Hasta los coches de la Fórmula 1 llevaban su publicidad!

Por qué decidí dejar de fumar hace un año

Siendo sincera no sé en qué momento concreto tomé esa decisión. En los meses anteriores estuve inmersa en una gran inestabilidad emocional. Por una parte todavía me estaba recuperando de la crisis de ansiedad y depresión causadas por la pérdida de mi último trabajo, buscando mi lugar en el mundo y reconstruyendo mi autoestima. Por otro, mi suegra empeoró de salud, tuvo que ingresar en una residencia y más tarde en el hospital. Además mi marido esperaba fecha para que le operasen del codo por una lesión provocada por su trabajo y estaba de baja.

No sé cómo se me pudo pasar por la cabeza que ya no quería fumar más con el panorama que se presentaba, siendo el tabaco lo primero que a lo que me agarraba ante cualquier sobresalto, daba igual que fuera positivo o negativo. El caso es que la idea se hacía presente en mi mente. Días sueltos al principio, después más seguido. Me daba cuenta de que me fijaba más en la gente que iba fumando por la calle, pensando por qué lo hacían y por qué lo hacía yo. Me sentía ridícula cuando pasaba frío en la calle para fumar. Me fijaba en el tiempo que perdía durante cada día dedicándolo a esa actividad que me hacía perder salud y dinero.

Mi preparación para el momento clave

En un principio no me quería fijar una fecha concreta, pero tras el primer día de 2022 me dije que no volvería a comprar más tabaco. Tenía en casa un cartón recién comprado. Para quien no lo sepa, un cartón son 10 paquetes de cigarrillos, 200 en total. Pues bien, cuando esos cigarros se acabaran, ya no habría más. Te confieso que de primeras confiaba poco en mí. Ya, ya sé que debo valorarme más. Ahora lo hago, de veras que sí. Pero entonces aún me quedaba un largo trayecto hasta llegar al día de hoy.

Tras investigar un poco me instalé una aplicación en el móvil llamada Smoke Free. Me gustó que no se limitase a dar apoyo desde que dejase de fumar, sino que también acompañaba en la semana previa para ayudarme a estar mejor preparada en ese momento clave.

Además de la app abrí una colección en mi bullet journal. Anoté las ventajas que esperaba obtener por dejar de fumar, lo que pensaba hacer para calmarme en los malos momentos y un par de registros: uno para visualizar el tiempo sin fumar que fuera alcanzando y otro con el dinero que ya no gastaría en tabaco cada semana.

Recuerdo tener sentimientos contradictorios: deseaba que llegase ya el día para empezar a sentirme orgullosa de mis logros, al tiempo que tenía miedo de fracasar y que eso me hiciera regresar a días oscuros que seguían recientes en la memoria.

En esas estaba, cuando pareció que el universo se confabulaba en mi contra. El día que había abierto el último paquete que me quedaba, el 11 de enero, recibimos el aviso de que mi marido sería operado en la mañana del 14 de enero. Ingresaría la tarde anterior justo cuando, según mis cuentas, me quedaría sin tabaco.

Decidí que no movería un ápice mi plan. En el futuro tendría que afrontar situaciones buenas, malas y regulares. Era una excelente manera de ganar confianza desde el principio. Me la jugué. Aposté a que lo lograría.

Y el día llegó

Fue difícil pasar las dos horas que duró la operación de mi marido esperando sin dar una calada. El tiempo dentro del hospital se llevaba mejor, al no ver ni oler nada de humo. Lo peor era al pasar por la puerta junto a los fumadores, pero aguanté el tipo y puse en práctica mi estrategia prevista.

Cada vez que me venían las ganas de fumar, me levantaba si estaba sentada y me ponía a caminar haciendo varias respiraciones profundas. Si no era suficiente, bebía agua y me tomaba algún caramelo sin azúcar. La primera semana bebía tanto que estaba yendo al baño cada poco.

Después de los siete primeros días y hasta el primer mes o dos, fui dejando de tener la dependencia física. Lo más destacado era que me daba algún que otro ataque de mal humor. El blanco de mi ira fue mi marido, pobrecillo, gracias a su comprensión y su apoyo logré dominarme en cada ocasión.

A partir de los tres meses mis malas pulgas se espaciaron cada vez más en el tiempo hasta desaparecer. Sin embargo cogí bastante peso, no por comer más pues no es mi caso, sino por la bajada de excitación del sistema circulatorio. Antes de que el asunto se me fuera de las manos me ocupé de él y aunque no esté igual que antes de todo este proceso estoy rozando ya la franja de peso ideal para mí.

Un año después

Hago mi balance y es positivo lo mire por donde lo mire. He ganado en salud ya que me siento mejor que antes. Las apneas que hacía al dormir han desaparecido y ronco mucho menos (según mi marido). Me levanto más descansada por las mañanas y eso repercute en que estoy más relajada. También consigo concentrarme más.

Mi ropa ya no apesta a tabaco. Cuando desapareció ese olor, abrir el armario para vestirme ya no me producía rechazo. Lo mismo puedo decir de la casa, en la que ahora huele a ambientador o al perfume que nos hayamos puesto.

La casa también ha agradecido la mejoría en la limpieza. El círculo vicioso se ha transformado en virtuoso: como todo está más limpio provoca que se ensucie menos y al verse menos sucio da menos pereza limpiarlo.

Aprovecho más los días. Es increíble la cantidad de horas de mi vida que he dedicado solo a fumar. Desde la llegada de los teléfonos móviles, además, se convertían en consultas compulsivas a las redes sociales. Como consecuencia, me quedaba enganchada la mayor parte de las veces y perdía más tiempo aún. Ahora solo las consulto si es mi voluntad, de manera consciente. Y es un cambio brutal de la experiencia, hasta el punto de que apenas entro en ellas si no es para difundir contenido de Hive.

Se acabó pasar frío o calor para echar un pitillo en la calle.

Y como colofón a todo lo anterior, con el dinero que he ahorrado durante este tiempo he renovado mi equipo informático y aún me ha sobrado. Es importante darse una recompensa por los logros conseguidos. Y un esfuerzo grande requiere de un premio a su altura. Porque me lo he ganado día a día, minuto a minuto.

Esta vez sé que es la definitiva. Que no volveré a fumar jamás. La vida me ha traído duras pruebas durante este año y las he superado sin acordarme del vicio. Por eso grito orgullosa a los cuatro vientos: ¡Ya soy ex-fumadora!

Aviso: Todo lo publicado en este post es de mi autoría, excepto los elementos en los que doy crédito a su/s autor/es. Por tanto, en caso de plagio o difusión sin mi permiso, ejerceré mis derechos de autor si así lo estimo oportuno.
Realizo mis fotografías con mi móvil iPhone, las edito en el editor de fotos de Mac y con la versión gratuita de la aplicación PicsArt.
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ENGLISH VERSION

Hello, dear hiver.

It is hard to be prouder than I am today. On 13 January 2022 I took my last puff on a cigarette. It seems incredible to me that I have succeeded, because a few years ago I made another attempt that ended in a relapse. However, this time I know that it is definitive. I am very different from the way I was then and this time I have already overcome hard trials without remembering smoking.

Certificate awarded by the Smoke Free app

My beginnings as a smoker

My history with tobacco started like most smokers: I tried it as a teenager to make myself look older. The first few cigars made me dizzy and cough. The taste was disgusting. But little by little the nicotine clung to my brain cells like a parasite clamouring for its fix.

While I was a student I couldn't spend much money. Thanks to that I was never a heavy smoker. Only in times of high stress did I reach for a full packet of cigarettes a day. But I will have a fair amount of tar in my lungs from the accumulation of years: almost 30. Wow. It makes me dizzy to think of it like that, but it is what it is, no hot pants. 30 laps in the sun hooked on a vice that wasted my health and money.

For those who have never smoked, I know it is difficult to understand how one can become dependent on such a harmful substance. Fortunately, young people nowadays have fewer opportunities to fall into it as I did, but in those days (we are talking about the early 1990s) smoking was even practised in hospitals. Any discussion on television could be seen amidst the thick fog of the smoke of those who intervened. Characters smoked in films, series, plays... it was a symbol of empowerment, status, even sex appeal. Even Formula 1 cars carried their advertising!

Why I decided to quit smoking a year ago

To be honest, I don't know at what point I made this decision. In the months leading up to it, I was in a state of great emotional instability. On the one hand I was still recovering from the crisis of anxiety and depression caused by the loss of my last job, searching for my place in the world and rebuilding my self-esteem. On the other hand, my mother-in-law's health took a turn for the worse, she had to go into a nursing home and later into hospital. On top of that, my husband was waiting for an operation on his elbow due to a work-related injury and was on sick leave.

I don't know how it ever crossed my mind that I didn't want to smoke any more with the outlook I was facing, tobacco being the first thing I grabbed hold of when I had a shock, no matter whether it was positive or negative. The fact is that the idea was present in my mind. For a few days at first, then more often. I noticed that I noticed people smoking in the street more, thinking about why they were doing it and why I was doing it. I felt ridiculous when I got cold in the street to smoke. I noticed how much time I was wasting every day on this activity that was wasting my health and money.

My preparation for the key moment

At first I didn't want to set a specific date, but after the first day of 2022 I told myself that I would no longer buy tobacco. I had a carton at home that I had just bought. For those who don't know, a carton is 10 packets of cigarettes, 200 in total. Well, when those cigarettes ran out, there would be no more. I confess that at first I had little confidence in myself. I know, I know I should value myself more. I do now, I really do. But then I still had a long way to go before I got to today.

After some research I installed an application on my mobile phone called Smoke Free. I liked the fact that it didn't just provide support as soon as I quit smoking, but also accompanied me in the week before I quit to help me be better prepared for that key moment.

In addition to the app, I opened a collection in my bullet journal. I wrote down the benefits I hoped to get from quitting smoking, what I planned to do to calm myself down during the bad times and a couple of records: one to visualise the time without smoking that I was achieving and another with the money I would no longer spend on tobacco each week.

I remember having mixed feelings: I wanted the day to come so I could start to feel proud of my achievements, while at the same time I was afraid of failing and that it would take me back to dark days that were still fresh in my memory.

I was in the midst of that, when it seemed that the universe was conspiring against me. On the day I had opened my last remaining package, 11 January, we received notice that my husband would be operated on the morning of 14 January. He would be admitted the evening before just when, by my reckoning, I would run out of tobacco.

I decided that I would not move my plan one iota. In the future I would have to face good, bad and regular situations. It was a great way to gain confidence from the start. I took a gamble. I gambled that I would make it.

And the day came

It was hard to get through the two hours of my husband's operation without taking a puff. The time inside the hospital was better, as I didn't see or smell any smoke. The worst part was walking through the door next to the smokers, but I held my nerve and put my planned strategy into practice.

Whenever I felt the urge to smoke, I would get up if I was sitting down and walk around taking several deep breaths. If that wasn't enough, I drank water and took some sugar-free candy. The first week I was drinking so much that I was going to the toilet every few days.

After the first seven days and until the first month or two, I stopped having the physical dependence. The most noticeable thing was that I had the occasional bout of moodiness. The target of my anger was my husband, poor thing, thanks to his understanding and support I managed to control myself every time.

After three months, my bad moods became less and less frequent until they disappeared. However, I did put on a lot of weight, not because I ate more, which is not the case with me, but because my circulatory system became less excited. Before the matter got out of hand I took care of it and although I am not the same as before all this process, I am already close to the ideal weight range for me.

One year later

I take stock and it's positive whichever way I look at it. I have gained in health as I feel better than before. The apneas I used to have when I slept have disappeared and I snore much less (according to my husband). I wake up more rested in the mornings and that means I am more relaxed. I am also able to concentrate more.

My clothes no longer stink of tobacco. When that smell disappeared, opening the wardrobe to get dressed no longer made me cringe. The same goes for the house, which now smells like air freshener or whatever perfume we have put on.

The house has also appreciated the improvement in cleanliness. The vicious circle has turned into a virtuous one: as everything is cleaner, it is less dirty and, as it looks less dirty, it is less lazy to clean it.

I get more out of my days. It is incredible how many hours of my life I have spent just smoking. Since the advent of mobile phones, they also turned into compulsive social networking. As a result, I was hooked most of the time and wasted even more time. Now I only check them if I want to, consciously. And it's a brutal change in the experience, to the point that I hardly go on them except to disseminate Hive content.

No more being cold or hot to have a fag in the street.

And to top it all off, with the money I have saved during this time I have renewed my computer equipment and still have some left over. It is important to reward yourself for your achievements. And a great effort requires a reward to match. Because I have earned it day by day, minute by minute.

This time I know it's the last time. That I will never smoke again. Life has brought me hard trials during this year and I have overcome them without remembering the vice. That is why I proudly shout to the four winds: I am now an ex-smoker!

Notice: Everything published in this post is of my authorship, except for the elements in which I give credit to its author/s. Therefore, in case of plagiarism or dissemination without my permission, I will exercise my copyright if I deem it appropriate.
I take my photos on my iPhone, edit them with the Mac photo editor and the PicsArt application (free version).
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