39 años y parece ayer (SPA-ENG)
Pocos días atrás, cuando publiqué un artículo sobre las aventuras de los periodistas deportivos y principalmente de los operadores y técnicos que debían realizar ingentes esfuerzos para que las trasmisiones radiales llegaran a los oyentes, en particular cuando los partidos de fútbol se disputaban en regiones alejadas de los grandes centros económicos y tecnológicos del mundo, @palabras1 resaltaba en su comentario que estaba asombrado debido a que solamente habían pasado 40 años desde aquel momento, la tecnología ha avanzado tanto en ese corto período de tiempo que asombra hasta al más despierto.
Ciertamente 40 años no es mucho para la humanidad en su conjunto, aunque si para las personas individuales, toda una vida diría yo que ya tengo mis años encima y en ciertos momentos ellos juegan en contra aunque siempre me siento agradecido de haber vivido lo que viví, desde el punto de vista familiar y personal y también en otros aspectos, como por ejemplo el deportivo.
Tengo la inmensa fortuna de haber sido testigo de los 3 campeonatos mundiales de fútbol ganados por nuestra selección y no son muchos los que puedan mostrar semejante cucarda, es más, quizás todavía esté a tiempo de presenciar un cuarto, ¿porque no?
También tengo suerte de haber visto jugar, inclusive de forma presencial, no solamente por TV, a dos de los más grandes jugadores de ese deporte que ha dado el mundo, no hace falta mencionarlos.
Y en cada oportunidad que se me presenta, principalmente en este gran feed de @fulldeportes, puedo mencionar eventos destacados que me tocan de cerca, como la obtención del mundial de 1986 del cual pocos días atrás se cumplieron 39 años.
Presencié un par de encuentros de aquel equipo en la etapa clasificatoria, relativamente buena, aunque nos dejó un sabor amargo en el final. Nos había tocado un grupo que integraban además de Argentina, Perú, Colombia y Venezuela, ganamos la clasificación al obtener el primer puesto con 9 puntos, seguidos de Perú con 8 y a quien no pudimos vencer en ninguno de los dos encuentros, en el segundo de ellos empatamos 2 a 2 y a punto estuvimos de quedar fuera de la clasificación directa para ir a un repechaje con los segundos de cada uno de los 3 grupos de Conmebol más el tercero mejor clasificado, de ellos solo uno clasificaba al mundial, fue Paraguay. Los otros dos clasificados además de nuestra selección fueron Brasil y Uruguay, ganadores de sus respectivos grupos.
En los amistosos previos a la copa del mundo que se disputó en México, tampoco nos fue bien, no mal pero el equipo no convencía pese a tener al mejor jugador del mundo, por aquel entonces Diego Armando Maradona.
Pero el mundial es otra cosa y allí se pone todo, quizás muchos no lo sepan, pero no es momento de especular y los equipos más fuertes mentalmente terminan imponiéndose, no sé cómo ni porqué, pero siempre son los mismos.
Argentina debutó ante Corea del Sur, segundo integrante del grupo A junto a Italia y Bulgaria, ganamos ese primer encuentro que siempre es difícil, 3 a 1. Luego empatamos con Italia 1 a 1 y le ganamos a Bulgaria 2 a 0, clasificamos primeros, Italia segundo ya que también empato con Bulgaria sorpresivamente.
En octavos de final nos tocó Uruguay, un equipo siempre incómodo, la rivalidad entre ambos equipos del Río de la Plata es manifiesta y los partidos son en general luchados y trabados, en ocasiones con excesiva pierna fuerte, pero fue triunfo por 1 a 0 con un dominio manifiesto de las acciones, el equipo comenzaba a verse realmente bien, sólido y concentrado.
En cuartos de final, todo estaba en juego. Nos enfrentamos a Inglaterra, que para alimentar el morbo, el periodismo y muchos dirigentes y simpatizantes lo tomaron como una revancha de la guerra de Malvinas, como si semejante desgracia pudiera opacarse por un partido de fútbol. Y fue una victoria que no se puede definir, por un lado, un gol que debió anularse, "la mano de Dios", luego el mejor gol de todos los mundiales, "el barrilete cósmico" diría un periodista uruguayo en el que fue un relato épico de aquella gesta. 2 a 1 y el pase a semifinales. Por supuesto nada tenía que ver con los muertos de una guerra absurda, pero se sintió de maravillas.
La sensación de que el partido semifinal sería un trámite no estuvo errada, toda la Argentina sabía de antemano que Bélgica no era rival para quitarnos el objetivo de llegar al partido que todo país desea disputar: el de una final del mundo. Se ganó 2 a 0 con una actuación soberbia de Maradona, autor de ambos tantos quizás envalentonado por el gran partido contra los ingleses.
Y llegó el día tan esperado, volvíamos a disputar una final luego de 8 años y nada menos que ante Alemania, una gran potencia del fútbol mundial con Lothar Matthäus y Karl-Heinz Rummenigge como estandartes y la leyenda Franz Beckenbauer como entrenador, daban miedo, pero nosotros teníamos a Maradona, creíamos que suficiente como para emparejar la balanza.
Y se dio un gran partido, Argentina dominando y poniéndose 2 a 0 con bastante comodidad, pero los alemanes no se rendían, empujaron y presionaron, lograron empatar a falta de 10' para finalizar el encuentro.
Por un momento creí que se nos venía la noche, amarga y triste, un instante de locura me convenció que perderíamos esa final, la gran remontada blanca parecía imparable y la cuestión anímica comenzaba a inclinar la balanza.
Cometí el pecado de olvidar a Maradona, y los alemanes también, se descuidaron del 10 emborrachados por el éxtasis de una posible victoria que veían al alcance de la mano. El genio frotó la lámpara y sacó un pase de no sé dónde para dejar solo a Burruchaga, ¿cómo podía estar tan solo? pensaba yo mientras el delantero del Nantes corría con la pelota pegada a los pies en una carrera que se me antojó interminable, ¿no sale el arquero? pensaba mientras el "Burru" ingresaba al área y Harald Schumacher no atinaba a apurarlo, como sin creer lo que estaba presenciando, inevitablemente gol, 3 a 2 y a otra cosa; esa anotación fue tan solo 3 minutos después del empate y no recuerdo que más pasó, solo el festejo interminable, la copa en las manos de Maradona y el resto de los jugadores llevándolo en andas en la vuelta olímpica, la gente común juntándose alrededor del Obelisco en una tarde fría, en pleno invierno de Buenos Aires que por la magia de un equipo se convirtió en calor, doy fe de ello, si me buscan en alguna fotografía quizás me vean por allí.
Pasaron 39 años y parece que fue ayer.
39 years old, and it seems like yesterday
A few days ago, when I published an article about the adventures of sports journalists, especially the operators and technicians who had to go to enormous lengths to ensure radio broadcasts reached listeners, particularly when football matches were played in regions far from the world's major economic and technological centers, @palabras1 emphasized in his comment that he was amazed because only 40 years had passed since that moment; technology has advanced so much in that short period that it astonishes even the most awake.
Certainly, 40 years isn't much for humanity as a whole, although for individuals, a lifetime is certainly a long time coming. I'd say my years are upon me, and at times they count against me. Although I always feel grateful to have lived through what I did, both from a family and personal perspective and also in other aspects, such as sports.
I'm incredibly fortunate to have witnessed our national team's three World Cup wins, and not many can boast such a badge. I might still have time to witness a fourth, why not?
I'm also fortunate to have seen two of the greatest players the world has ever seen play, even in person, not just on TV. They go without saying.
And every chance I get, especially on this great @fulldeportes feed, I can mention notable events that are close to home for me, such as their 1986 World Cup victory, which was 39 years ago.
I attended a couple of that team's qualifying matches, which were relatively good, although they left us with a bitter taste in the mouth at the end. We were drawn into a group that also included Argentina, Peru, Colombia, and Venezuela. We qualified by taking first place with 9 points, followed by Peru with 8, who we failed to beat in either match. In the second match, we drew 2-2 and were on the verge of being eliminated from the direct qualification stage, going into a playoff with the runners-up from each of the three CONMEBOL groups plus the third-highest-ranked team. Of these, only one qualified for the World Cup: Paraguay. The other two teams, besides our national team, were Brazil and Uruguay, winners of their respective groups.
In the friendlies leading up to the World Cup in Mexico, we didn't do well either. Not bad, but the team wasn't convincing despite having the best player in the world at the time, Diego Armando Maradona.
But the World Cup is a different story, and it's where everything comes together. Perhaps many don't know this, but it's not the time to speculate, and the mentally strongest teams end up prevailing. I don't know how or why, but it's always the same.
Argentina debuted against South Korea, the second-place team in Group A along with Italy and Bulgaria. We won that first match, which is always difficult, 3-1. We then drew 1-1 with Italy and beat Bulgaria 2-0, qualifying first, while Italy finished second, as they also surprisingly drew with Bulgaria.
In the round of 16, we faced Uruguay, always an awkward team. The rivalry between the two teams from the Río de la Plata is evident, and the matches are generally hard-fought and tight, sometimes with excessively strong legs. But the victory ended with a 1-0 victory with clear dominance of the action. The team was starting to look good, solid, and focused.
In the quarterfinals, everything was at stake. We faced England, who, to fuel the morbid curiosity, the press, and many officials and supporters took it as revenge for the Falklands War, as if such a tragedy could be overshadowed by a football match. And it was a victory that can't be defined: on the one hand, a goal that should have been disallowed, "the hand of God," then the best goal of all World Cups, "the cosmic kite," as a Uruguayan journalist would say in what was an epic account of that feat. 2-1 and a place in the semifinals. Of course, it had nothing to do with the deaths of an absurd war, but it felt wonderful.
The feeling that the semifinal match would be a formality wasn't wrong; all of Argentina knew beforehand that Belgium was no match to take away our goal of reaching the match every country yearns to play: a World Cup final. We won 2-0 with a superb performance from Maradona, who scored both goals, emboldened by the great match against England.
And the long-awaited day arrived. We were playing in a final again after eight years and against none other than Germany, a major world football powerhouse with Lothar Matthäus and Karl-Heinz Rummenigge as our standard-bearers and the legendary Franz Beckenbauer as our coach. They were daunting, but we had Maradona; we believed he was enough to even the score.
It was a great match, with Argentina dominating and taking a comfortable 2-0 lead, but the Germans refused to give up. They pushed and pressed, and managed to equalize with 10 minutes left.
For a moment, I thought a bitter and sad night was upon us. A moment of madness convinced me we would lose that final. The great Real Madrid comeback seemed unstoppable, and the emotional situation was beginning to tip the balance.
I sinned by forgetting Maradona, and so did the Germans. They neglected the number 10, intoxicated by the ecstasy of a possible victory they saw within reach. The genie rubbed the lamp and produced a pass from who knows where leaving Burruchaga alone. How could he be so alone? I thought to myself as the Nantes striker ran with the ball glued to his feet in a race that seemed endless. Isn't the goalkeeper coming out? I thought as "Burru" entered the box and Harald Schumacher couldn't seem to hurry him, as if he couldn't believe what he was witnessing, inevitably a goal, 3-2, and on to something else. That goal came just three minutes after the equalizer, and I don't remember what else happened, only the endless celebration, the trophy in Maradona's hands and the rest of the players carrying him on their shoulders during the victory lap, ordinary people gathering around the Obelisk on a cold afternoon, in the middle of the Buenos Aires winter, which, thanks to the magic of a team, was transformed into warmth. I can attest to that; if you look for me in a photograph, you might see me there.
39 years have passed, and it seems like it was yesterday.
Héctor Gugliermo
@hosgug
Como todas sus entregas, realmente didáctico y en especial para los amantes del deporte y del futbol en particular, esta publicación merece un aplauso de pie.
Estas líneas remueven emociones en cada argentino. Simplemente gracias.
P/D: Voy a escuchar el relato de Victor Hugo.
Saludos.
Gracias @palabras1, imposible olvidar y además la tarea de escribirlo tiene la ayuda absoluta y total de la felicidad que embarga mi corazón al evocar esa gesta.
Nunca tanto como hoy, me ha gustado una crónica evocativa de una gesta.
La exquisites de vuestros adornos retóricos, pueden dejar atónitos a los mismos dioses..!
Orgulloso de ser vuestro compañero de feed.
Linda épica la de aquel mundial!
Abrazo
Quizás exageras un poco @fermionico, he leído cosas tuyas y de otros que son auténticas bellezas trastocada en tinta.
Gracias de todos modos.
Nunca olvidaré ese momento porque fue la primera final de una copa del mundo que ví y, de la mano del futbolista que me enamoró de este deporte.
Recuerdo de la manera más nítida posible los dos goles que marcaron el inicio de la segunda corona argentina por intermedio de Brown y Valdano. Pero, me molestó y mucho, cuando Rummenigge y Rudi Voller empataron casi al final del partido.
Lo demás usted lo mencionó y, a los genios no se les debe dejar frotar la lámpara.
Gracias por esta publicación.
Todo lo que sea sobre Diego lo agradezco y mucho. Él es el responsable de que quiera y entienda un poco este deporte.
Feliz jornada.
Salud y saludos.
Imposible hablar de fútbol sin hacerlo de Maradona porque son la misma cosa.
Saludos @tonyes muchas gracias, como siempre, por estar ahí.
Realmente eres un afortunado en haber presenciado y disfrutado las tres veces que salimos campeones del mundo. Es algo envidiable.
Me hubiera encantado haber presenciado en directo el mundial de 1986. Ver el vivo el famoso "gol del siglo" contra los ingleses. Pero bueno, pude disfrutar el mundial de 2022 que también fue bueno. 😅
Yo nunca pude ver a jugar a Maradona por desgracia. Ya que justo cuando nací, se retiró 😅. Pero puedo reconocer, por lo que me contaron y por los videos antiguos, que fue un futbolista de primera. No me cayó bien como persona, pero lo respeto y admiro como deportista.
Me encantó tu post.
Te mando un saludo.