En el día de hoy, como de costumbre, vengo a contarles mi aventura para llegar hasta los 5000 pasos; una meta que, aunque pueda parecer sencilla, representa un pequeño triunfo en medio de un período de desafíos físicos. Comencé el día un poco tarde, admito, ya que no me he sentido tan entusiasmado últimamente... Algunos motivos de lesiones y demás me han molestado un poco, como una sombra persistente que intenta opacar mi motivación.

Aun así, me he enfocado en intentar hacer ejercicio de terapia para ayudarme con mi recuperación en el trapecio; un proceso lento y constante que requiere paciencia y dedicación. Realicé algunos ejercicios con una banda de asistencia, logrando así un trabajo con una baja carga para el músculo, pero activándolo de manera eficiente... ¡Es como despertar a un gigante dormido con suaves caricias!

Luego realicé unas flexiones para poder sentir trabajo muscular y no perder el bombeo que había conseguido días anteriores con mis entrenamientos; una forma de mantener viva la llama del esfuerzo y la disciplina. Además, es un ejercicio que no me carga excesivamente y puedo usarlo de manera controlada sin cargarme... ¡Un equilibrio perfecto entre desafío y cuidado!

Además de, claro, realizar algunos saltos de cuerdas y paradas de manos, ya que sentía entusiasmo por ver qué tal estaba mi presión arterial y ver si la presión se sentía diferente; una forma de escuchar a mi cuerpo y entender sus señales. Y los saltos de cuerda, ¡ah, los saltos de cuerda! Para poder quemar algunas calorías y mantenerme en un estado de grasa regulado... ¡Un pequeño placer culpable que me permite disfrutar de la vida sin remordimientos!

Todo esto lo realicé en la comodidad de mi casa, ya que por donde yo vivo estaba lloviendo bastante; un día gris y melancólico que invitaba a quedarse en casa. Y, ya estando lesionado, enfermarse no era una opción para agravarme más, decidiendo cuidarme dentro de casa... ¡La salud es lo primero, siempre!

Aprovechando el tiempo, realicé un pequeño postre conocido como quesillo; una explosión de sabor y dulzura que alegra el alma. Este lo aprendí a hacer en mis clases de gastronomía y quedó delicioso... ¡Un pequeño lujo que me permito disfrutar de vez en cuando!

Un día bastante agotador, pese a estar lesionado, pero más que contento, ya que pude realizar varias cosas que me gusta hacer y ejercicios con una intensidad baja, pero manteniendo mi actividad física... ¡Un día de pequeñas victorias que suman a un gran triunfo! Y así, con cada paso, con cada ejercicio, con cada quesillo, me siento más fuerte, más capaz, más cerca de alcanzar mis metas.

Porque, al final del día, se trata de eso: de encontrar la alegría en las pequeñas cosas, de cuidarnos a nosotros mismos, de seguir adelante a pesar de los desafíos. Y así, con cada día que pasa, me siento más agradecido por la vida, por mi cuerpo, por mi capacidad de superar obstáculos. ¡Y por el quesillo, claro que sí!

Calistenia, Saltar a la cuerda