MENOS PASTILLAS, MÁS ESCUCHA Y PARTICIPACIÓN MUTUA

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Saludos, mi querida comunidad. Este tema, aunque habla de salud, es de lo más cotidiano, de esas situaciones que muchos vivimos en carne propia o vemos en seres queridos. A veces parece que lo médico queda en consultorios y recetas, pero no, se cuece en nuestras casas, en esas noches en vela que tantos conocen. Y en eso, tenemos que reconocerlo, nuestra población cubana – y la de tantos otros países – tiene una cultura médica que impresiona, fruto de batallas libradas en casa. Precisamente porque la ansiedad y ese maldito insomnio son compañeros demasiado frecuentes en esta vida acelerada.

Agradecería un montón que me lean, que comenten, que tiremos del hilo juntos. Porque al final, cuando gente que ha vivido cosas similares debate con sinceridad, todos salimos con más luces, con más herramientas para manejar nuestro propio bienestar. Créanme.

Les voy a contar una experiencia que, sin exagerar, me cambió la perspectiva. Me reafirmó algo que intuía, pero que la rutina clínica o los protocolos rígidos a veces nos hacen pasar por alto.

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Se trata de Luisa (nombre ficticio, claro, para proteger su intimidad), una mujer de 32 años, llena de energía en apariencia, pero que llegó a mi consulta derrotada por un insomnio severo que la tenía al borde, y ataques de pánico que asomaban sin aviso. Lo recuerdo bien: su mirada perdida, ese cansancio que traspasa la piel, de quien lleva meses – quizás años – sin conocer un sueño reparador de verdad. Era el agotamiento crónico personificado.

Siguiendo lo aprendido, inicié un tratamiento bastante estándar: alprazolam 0.5 mg si el pánico o la imposibilidad de dormir apretaban demasiado, y amitriptilina 25mg todas las noches al acostarse, buscando esa sedación más sostenida. Era la receta común para su cuadro.

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Pero aquí vino la primera lección. A los 15 días, en el control, Luisa llegó con una chispa diferente en los ojos, casi de complicidad. "Doctor," me dijo, bajando un poco la voz como si confesara algo prohibido, "anoche probé algo distinto. Tomé solo medio alprazolam... con un poquito de melatonina que tenía por casa... y dormí como no lo hacía hace años. De verdad, como un tronco." Ahí me quedé. Mi formación médica encendió todas las alarmas: ¡Combinar sin supervisión! ¡Modificar dosis a la ligera! Pero, claro está, el resultado estaba ahí, frente a mí, más descansada, con un alivio genuino que no había logrado con el esquema inicial. Los hechos, a veces, pesan más que los manuales.

Fue el momento de dejar atrás el 'protocolo' y escuchar, de verdad, a la persona. Reconocí que ella había dado con algo que a su cuerpo le estaba funcionando mejor. Entonces, en lugar de regañar o imponer, nos sentamos como cómplices a rediseñar juntos su camino. Basándonos en su experiencia, pero dándole estructura y seguridad, creamos un nuevo plan paso a paso, realista para su vida:

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  1. Dosis exactas de melatonina: Dejamos de lado el partir pastillas a ojo, que es un error común. Cambiamos a comprimidos precisos de 3 mg, tomados siempre a la misma hora, para darle a su cuerpo una señal clara y constante de que era hora de dormir. La consistencia aquí era clave.

  2. Reducción gradual, pero real, del alprazolam Sabíamos que no se podía cortar de golpe. Diseñamos una bajada muy paulatina, casi imperceptible semana a semana. Semanas 1-2: Bajamos a 0.25 mg (medio comprimido de los que usaba). Semanas 3-4: Redujimos a 0.125 mg (un cuarto). Semana 5: Solo si aparecía una noche muy mala, una crisis de verdad. El objetivo era desacostumbrar suavemente al sistema nervioso.

  3. Técnicas para restaurar el hábito del sueño, no solo tomar pastillas: Esto fue crucial. Acordamos un horario fijo de sueño: en la cama a las 10 pm, levantarse a las 6 am, incluso los fines de semana, al menos durante esta fase crítica. Nada de pantallas (móvil, TV, tablet) después de las 9 pm; esa luz azul es un ladrón de sueño confirmado. Y si despertaba a media noche (algo común al principio), en vez de dar vueltas angustiada, practicar ejercicios de respiración profunda y lenta, concentrándose solo en el aire entrando y saliendo, hasta que el cuerpo se serenara de nuevo.

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Los resultados, querida comunidad, fueron más allá de lo que esperaba. En unos tres meses, Luisa había dejado completamente el alprazolam. Solo recurría a la melatonina de 3mg en noches puntuales de mucho estrés previo. Pero lo más impactante no fue solo la ausencia del fármaco fuerte. Fue verla recuperada: su calidad de sueño subió como un 70% según sus propias palabras (y se notaba en su piel, en su energía, en su mirada clara). Había recuperado una vitalidad que en la primera consulta ni asomaba. Era otra persona. Esa transformación es la que vale todo.

Esta vivencia con Luisa me propició tres aprendizajes que ahora guían mi práctica:

Los pacientes conocen su cuerpo mejor que nadie. Ellos viven dentro de él las 24 horas. Nuestro conocimiento es vasto, pero general. Su experiencia es única y valiosísima. Hay que escuchar esa sabiduría interna, aunque choque con lo establecido al principio.

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Los cambios pequeños, sostenidos y bien enfocados, pueden mover montañas. No siempre se necesitan combinaciones o altas dosis de fármacos. A veces, un ajuste mínimo, un horario respetado, una técnica sencilla de relajación, marca una diferencia abismal en la calidad de vida. Celebrar esos pequeños pasos resulta mágico.

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Los tratamientos más efectivos y sostenibles no los dicta solo el médico; nacen de la colaboración genuina. Es un camino que se recorre juntos, médico y paciente, ajustando el rumbo con honestidad y confianza mutua. Cuando el paciente se siente escuchado y partícipe, la adherencia y los resultados se disparan.

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Por eso, si alguno de ustedes está en ese proceso de ajustar medicación o buscar alivio al insomnio o la ansiedad, les dejo estos consejos desde lo vivido:

Siempre, siempre, consulten con su médico cualquier cambio que quieran probar. Lo de Luisa funcionó para ella, bajo supervisión. Lo que le sirve a uno puede no servirle a otro. La seguridad es primero.

Lleven un registro detallado, aunque sea simple: "Anoche tomé X, dormí Y horas, me desperté Z veces, me sentí así al día siguiente". Esa información es oro puro para tomar decisiones acertadas.

¡Celebren cada pequeño avance! Dejar media pastilla, dormir una hora seguida más que la semana pasada, poder relajarse sin medicación una noche... Son victorias reales. Reconózcanlas. Dan fuerza para seguir.

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Y ahora sí, los leeré metódicamente: ¿Se han sentido como Luisa alguna vez? ¿Han dado con algún ajuste pequeño que les cambió la tendencia? ¿Qué estrategias, más allá de los fármacos, les han ayudado a recuperar el sueño o calmar la ansiedad? Compartan sus batallas y sus triunfos, por pequeños que sean. Aquí aprendemos entre todos.




El texto es de mi autoría, sin empleo de IA ni contenido de otros autores.

Las imágenes fueron tomadas del archivo libre de Pixabay.




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Siempre he pasado mucho trabajo para conciliar el sueño. Sin embargo, he sido capaz de evitar las pastillas para dormir.
Cuando estoy en crisis de insomnio me hago un té de maracuyá, de hojas de naranja o menta.
Me ayuda a relajarme, un poco.

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Y has hecho muy bien, emplear psicofármacos es una opción sólo cuando se han agotado las medidas no farmacológicas, las plantas medicinales son una excelente opción. Con respecto a la melatonina es una hormona que produce nuestro propio organismo en función de la actividad física y la exposición a la luz solar, en los horarios que esta no es muy intensa. Pronto escribiré otra publicación donde hable más extenso sobre el insomnio. Gracias por leerme y comentar mi estimada amiga.

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Soy una persona ansiosa según el patrón de mi biotipo, y así es, los hiperquinéticos tenemos trastorno del sueño, pasamos trabajo para concentrarnos entre otras cosas. Más que los psicofármacos, me ha ayudado mucho la meditación y aún así, duermo solo 6 horas.

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Se hace mucho hincapié en que se deben dormir entre 7 u 8 horas diarias pero en realidad el criterio más adecuado para hablar de insomnio es el relativo a la satisfacción del durmiente, es decir que si sientes que con 6 horas logras reponer todas las energías para comenzar una nueva jornada, pues ese sería tu patrón de sueño pero si no sientes que has descansado todo lo que necesitas, entonces debes continuar insistiendo. La relajación y el mindfulness son una excelente opción.

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Que maravilla contar con tus conocimientos y sabiduría. En lo personal, nunca he tomado pastillas para dormir ni cuando estoy en " baja". Siempre he tenido claro no hacer dependencia de medicamento alguno. Mi medicina favorita es el mentol. Si me duele un pie, mentol; si me duele un brazo, mentol,; si me duele la cabeza, mentol. Y mejoró, quizás es sugestión mía. 🤭 Muchas gracias por ilustrarnos.😘🙏👏

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Muchas gracias por sus palabras de elogio por mi humilde intención de aportar mis conocimientos en función del bienestar. El mentol es estimulante y energizante, es decir que en ese sentido tendería a dificultar el sueño porque para dormir se requiere inhibición en lugar de estipulación. Lo que pasa es que el mentol si tiene propiedades analgésicas y como los dolores de cabeza, por ejemplo, son una de las causas indirectas de insomnio, al aliviar el dolor, favorecen el sueño. Nuestra amiga @yuraimatc nos comentaba sobre el maracuyá (pasiflora) que si tiene propiedades hipnóticas, sus flores y hojas, no así el fruto; y también mencionaba las hojas de naranja que también tienen propiedades sedantes e hipnóticas comprobadas.

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Que buen post para muchos que padecen de insomnio, si que llega a ser graves si no se toman precauciones, que grandes informaciones regalas aquí.
🙌🏻

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Me agrada mucho que lo califiques de esa manera. Pienso que es uno de los más frecuentes malestares de la contemporaneidad. Por acá estoy siempre humildemente dispuesto para cooperar con el bienestar y el crecimiento colectivo, promoviendo una de las funciones biológicas imprescindibles que es dormir bien. Muchas gracias por comentar.

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Justo estoy pasando por un proceso de depresión severa y estoy medicada con Quetiapina, velanfaxina y clonazepam si es necesario. Al principio la receta fue otra pero no me funcionó, así que me cambiaron tratamiento. Últimamente he tenido demasiados espasmos musculares que van desde los pies hasta la cabeza. Resultan demasiado desagradables y justo cuando voy a quedarme dormida comienzan, así que en unos días tengo la cita con la siquiatra y le diré eso que me está ocurriendo. Porque de 7 días termino tomándome el clonazepam de refuerzo 5 , pero la sensación al despertar es demasiado pesada.

Pondré en práctica esos ejercicios de higiene del sueño que sugieres a ver si puedo relajarme más.

Gracias por compartir estás experiencias que me hacen sentir que no estoy sola en estas vivencias, aunque realmente no se le desean a nadie. Abrazo desde Venezuela.

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Abrazos desde Cuba. No sé si estarás en alguno de los grupos de Discord pero con gusto le ofrezco mi humilde consejería. Gracias por compartir su experiencia. La depresión se puede superar y continuar adelante con la convicción de que puede vivir libre de todo los síntomas y volver a extender sus alas. Muchas bendiciones.

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Uffd, en una etapa de mi vida hice guardia durante un año, luego fue tremendamente difícil recuperar mis horarios normales de sueño, fue poco a poco y sin pastillas, un proceso largo e incómodo. Hoy en día cuido mucho mi calidad de sueño.

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Aquí se afectó el ritmo circadiano. El reloj biológico quedó habituado a la inversión del ciclo sueño-vigila. Por suerte fue sólo un año. He tenido pacientes que han pasado años trabajando de madrugada y los trastornos del sueño casi siempre sobrevienen y son un poco más difícil de tratar en consulta pero se logran superar. Gracias por compartirnos tu experiencia.

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Sin duda alguna el que mejor se conoce es el propio paciente, el problema se presente en su incapacidad para buscar lo que más le conviene, sucede con mucha frecuencia. Casi el sanar esta en poner más de nuestra parte con algo de ayuda de la medicina. Un abrazo de domingo

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Tiene usted toda la razón. Suelo guiarme mucho por la lo que me cuentan los pacientes de sí mismos y nuestro función siempre es acompañarlos en el proceso hasta lograr superar todos los síntomas. Agradezco mucho su comentario. Muchas bendiciones.

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Excelente reflexión, @psicologopoeta. Abogar por escuchar más y medicar menos es un llamado urgente a humanizar la salud mental. La palabra cura, cuando hay verdadera escucha. Gracias por compartir.

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Creo que mi experiencia personal cabe muy bien dentro del tema que acabas de abordar.
Soy una persona ansiosa por naturaleza. Hace algún tiempo el exceso de trabajo y algunos otros detonantes de me llevaron a soportar las vivencias más HORRIBLES que he tenido: ataques de pánico. Llegaban en cualquier momento, me angustiaban, me paralizaban. Comencé a experimentar agorafobia, necesidad de estar alerta en todo momento, insomnio, depresión. Y así estuve por tres años, bajo tratamiento de psicofármacos por prescripción facultativa ( Clonazepam, Alprazolam, trifluoperazina...)
Me sentía zombie, sin ánimos de nada, lloraba mucho...
Con esa situación hay que aprender a convivir, hay que intentar sobrellevarla, identificar, cuando sucede, que no es el fin del mundo ni estás a las puertas de la muerte; solo es un evento desagradable que acaba y que prestarle demasiada atención desencadena síntomas físicos mucho peores. Se dice fácil, me tomó tres años el aprendizaje. Tres años para dejar de tomF las pastillitas que me habían vuelto dependiente. Hoy sigo teniendo eventos como esos pero cuando ocurren me acomodo en el sitio donde esté, flujo con las sensaciones, les dejo ser y trato de controlarme respirando, oliendo mentol ( no sé qué tiene pero me relaja) y bebiendo agua, oliendo mentol ( no sé qué magia tiene pero me relaja) pensando en todo menos en la realidad del miedo, escuchando música o haciendo tareas que me gusten como dibujar o escribir.
Aún no he conseguido dormir cuanto necesito pero... Algo es algo 🤭

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